miércoles, 7 de octubre de 2009



Dulce niña de mi piel, princesa de cuentos no escritos, pardos ojos escrutadores, manos sabias de añosos milagros, abrazo para mi alma a veces triste, adivina de zozobras y dichas, niña de palabras valientes.

Deja que te muestre, deja que te invite a mirar desde mi ventana que los finales felices sí existen, que tus preguntas tienen respuestas, que la esperanza no es en vano, que tus miedos tienen espacio, que tus talentos son un regalo.

Nada quisiera más que limpiar tu camino de piedras, de librarte de penas, pero sin dolor no hay un renacer de cada día.

Quizás no hoy ni mañana, pero habrá el día en que los malos momentos queden en el pasado, cuando seas capaz de entender que el derecho a ser feliz no se transa, aun cuando nos cueste lágrimas.

No te resignes a vivir cómodamente, busca fuera de las fronteras de tu mirada, pelea por lo que te importa. Vive, vive intensamente cada pena y alegría, que son los cristales para ver el mundo y asómbrate de cada hallazgo que hagas.