jueves, 25 de febrero de 2010



Hace cerca de 5 años, en un acto casi simbólico, el interruptor de la cocina decidió interrumpir su función. Le informé de tal situación a mi (en ese entonces) marido para que lo resolviera, más aun tratándose de un ingeniero electricista. Pasó el tiempo y el interruptor insistía en su actitud de transformarse en una amenaza para todos, como presagio de lo que vendría más adelante. Sugerí contratar un electricista, pero se negó enérgicamente, ya que ese era su labor. Se dio el trabajo de comprar materiales que quedaron guardados en el cajón de las herramientas eternamente.


Años más tarde, en sesión de terapia de pareja, grafiqué su absoluta indiferencia hacia todo lo que no fuera fútbol o juego de simulador, en la historia del interruptor, el que seguía colgando desde la pared de la cocina. Era exactamente eso, una prueba irrefutable de su desinterés por resolver cosas que no estaban bien, pero también una prueba de no aceptar ayuda externa. El statu quo era mejor que asumir radicalmente la necesidad de cambiar.

La situación del interruptor ha sido relevante en mi pasado reciente. A diferencia de mi ex marido, mi pareja actual no se quedó en las intenciones y tomó la tarea como propia. El resultado distó de ser óptimo, pero se agradece no sólo la buena disposición a arreglar el desperfecto, sino también la disposición a resolver los miles de conflictos que enfrentamos a ratos.

Debo reconocer que mi actitud frente al tema del interruptor fue bastante pasiva, como esperando que alguien viniera a resolverla. Si se hubiera tratado sólo del interruptor, no habría sido problema, pero era la forma aprendida de enfrentar al mundo.

Finalmente, la solución vino cuando decidí abordarla yo misma y contraté un maestro chasquilla que lo arregló en menos de media hora. Perfecto no quedó, ya que hoy hay que presionar ambos botones para lograr prender la luz.

La moraleja para mí, es muy clara. Los problemas no dejan de existir por no mencionarlos ni abordarlos y sólo se resuelven cuando una misma los enfrenta. Cuando se ha dilatado mucho la solución, el problema causará daños que, aunque no sean visibles a simple vista, sólo yo sabré que no salí ilesa.





sábado, 20 de febrero de 2010

COMPROMISO


Y yo estaré lista,

a la hora señalada,

cualquier día entre septiembre y enero

Estaré lista con mis pudores y mis vergûenzas

con mis recelos y mis pavores

con mis pieles y mis uñas


Y te buscaré para ver si estás listo,

te buscaré entre el follaje de los árboles más añosos

entre las olas más bravías

entre el rojo y negro de tu bandera

entre las páginas de tu cuaderno


Si estás,

seré feliz ideando palabras nuevas cada día

volaré desde tus brazos libres para volver liviana

te daré regalos de colores traídos desde nubes que se aman

te daré la paz de mi pecho en la noche

te abrigaré con cada rincón de mi piel


Si no estás,

se secará la lluvia de mi fuente

se abrirán surcos en mi cuerpo

se llenará de silencio cada minuto

se bañará de blanco muerto mi mirada

...... y la tuya, pero seguiré estando

viernes, 19 de febrero de 2010

PAUSA


Es tiempo, claramente, es tiempo. El amanecer ha dejado de plasmarse en la paleta de colores de tono pastel que suele asumir a esas horas, para tornarse en fría zaeta que ilumina nubes rotas.

Es hora de tomar el mando del tiempo en las manos, mirar al miedo y su insondable amenaza a los ojos profundos. La consigna no es dejarse vencer, ya no. Ahora es sacar la enllavada fuerza de cada esquina de mi piel, para votar torres de Babel de palabras equívocas, levantadas desde ese olor a soledad que me invade a ratos.

Las horas de lágrima vencida que abre surcos en los pliegues de territorio dominado por el deseo, debe dar lugar a la furia de la decisión asumida. Dejar atrás todo pensamiento túrsido y avanzar hacia un nuevo estado.

Vivir de cara a lo concreto, a lo diario, pensando en la subyacente seguridad de mis pasos en tierra. Un paso a la vez, de a poco, constante pero con la placidez de los latidos de mi propio corazón. No el tuyo, ni el de ellos, el mío, sólo el mío es que debe dar la pausa de cada avance y retroceso, si es lo que yo necesito.

No más presiones ni apuros a mi voz, la que sólo dirá lo que emana de los profundos lugares de mi alma. Paciencia, sólo pido paciencia para saber en mis huesos que no estoy sola en este camino que de pronto se abre en planicies abundantes y luego, que se cierra en rocosas angosturas.

domingo, 7 de febrero de 2010

Y SI SOLO CIERRO LOS OJOS


Qué pasaría si sólo cierro los ojos un momento

la bruma de un segundo sería suficiente para salir

la nube del tiempo de esfuerzo silente

sólo volar, sin mirar atrás, sin pensar en lo que queda


cerrar los ojos a los desafíos y a los recuerdos

no sentir el peso de tantas vidas en mi espalda

no más respuestas a preguntas que no quiero hacer

no más cansancio de culpas que no son mías


Crucifíquenme sin piedad por no entender

crucifíquenme sin pena por tener miedo

crucifínquenme por mi egoismo y mis olvidos

pero ........ háganlo de una vez