lunes, 30 de abril de 2012

ESPERANDO TU VUELTA










 
Sangre fría como tierras yermas
vista fija en las pupilas ciegas
mano tenue sobre pieles muertas
Pálpito sordo esperando que vuelvas

Cuerpo laso yace entre hiedras
Pies descalzos entre duras piedras
Labios blancos, lenguas ciertas
Pálpito sordo esperando que vuelvas

miércoles, 25 de abril de 2012

REPARAME


Como reparación pedí tus palabras,
esas que hablaban de pájaros en mi ventana,
que daban cuenta de que no me olvidé de venir,
de que sólo tú no me veías entre la bruma blanca
pedí reparar mi alma enferma de olvido
quitar la piel que me ata cual mortaja a cada recuerdo
tus palabras sólo aumentaron el sinsentido
explotando mi rabia en gran estruendo
por cada peso en deuda, cada beso perdido
cada palabra falsa escuchada por mi oído
a minutos siento que sólo muero.....

miércoles, 22 de febrero de 2012

LABIOS



Como la tierra se abre anhelante y ansiosa

ante la primera gota de lluvia,

así se abren los resecos labios de amantes distantes

con tardíos despertares de noches ausentes

martes, 21 de febrero de 2012

MUJERES POTENTES I







He escrito bien poco en los meses pasados. Creo que la poesía me ha abandonado, pero no el interés de seguir escribiendo, ni los temas que quiero dejar escritos en alguna parte, sólo para que no se pierdan en mi memoria.




Últimamente he estado un poco nostálgica, por razones que no vienen al caso explicar por ahora. Pero salir de ese estado de ánimo ha requerido más que el Lexapro y el Adax. Ha sido una vuelta a reconocer en mis genes a las mujeres fuertes de las cuales vengo, capaces de levantarse y enfrentar más de alguna crítica social, familiar, filial, entre otras. He sido capaz de agradecer las vivencias hermosas y las duras de los últimos años, porque ellas me han permitido saber lo poderosa que puedo ser, haciéndome cargo de mi misma y de mi dolor y sonreirle a mis hijos todos los días.




En mi búsqueda de fuerza interna, he ido encontrando mujeres potentes en mi propia familia. Para iniciar estos escritos partíría por mi bisabuela Amelia, quien se casó con su primo hermano. No tengo claro si fue un matrimonio arreglado o surgido del amor, pero evidentemente no suena al óptimo.




Tengo la sensación que mi bisabuela sale del molde de la fortaleza, ya que enviudó muy joven y con miles de hijos, como era usual en aquellos primeros años del siglo XX. Por la historia familiar transmitida oralmente, he sabido que no fue capaz de hacerse cargo de su prole, tarea que delegó en su hija mayor, mi abuela. Contrariamente a lo que se podría haber esperado, ella sólo no se hizo cargo y ya. No pudo y murió un poco con él.


No me atrevo a juzgar cómo enfrentó esa viudez temprana, porque no tengo los argumentos para hacerlo.


Probablemente, la muerte de tu pareja debe ser algo horrible, ya que junto a él, muere también un proyecto de vida y de muerte. Algo de eso he vivido, la muerte de más de un proyecto de vida y, por lo mismo, no me atrevo a opinar.

martes, 7 de febrero de 2012

UN PEQUEÑO CUENTO (¿O NO?)




Estábamos, como muchas veces, vitrineando en esas calles tan lejanas a la casa, cuando de pronto sentimos ráfagas de balas cruzadas que pasaban por sobre nuestras cabezas. Tomé a la Maca y corrí agachada hasta una cortina de metal a medio bajar y nos metimos rodando. Era un restorán que recordaba un pasado mejor, me senté en una mesa a consolar a la Maca que no dejaba de llorar a gritos.

Los comensales nos miraban tan asustados como nosotras por la balacera de afuera, pero cada vez más molestos por los gritos destemplados de mi hijita. Se me acercó el mozo y me ofrece comida o agua para la niña. Sucesivamente, van llegando mozos apurados a la mesa, trayendo desde cazuela hasta helado, pasando por bebidas colas, ensaladas y frutas. Ella seguía llorando sin parar, lo que no impidió que comiera todos los manjares que le pusieron al frente.

Luego de un rato, se levantó la cortina de metal y ruedan bajo ella varios hombres a los cuales reconocí como portadores de las armas de la calle. Nos miramos y ellos se apuraron a esconder sus pertrechos, no sin antes generar más miedo en la Maca que reforzó sus agudos gritos.

Veo conversaciones entre los hombres y los que parecían administradores del local, nos miran y noto su desesperación por el llanto de la guagua. Uno de ellos, con bastante buen talante como para ser delincuente (¿), me habla:
- Señora, puede salir con la niña por la puerta de atrás- indicándome con su mano un pasillo tras la barra del restorán.
- No puedo irme - le digo- porque mi auto está frente a la puerta del local. Viéndolo en perspectiva, fue una respuesta bien idiota. Bastaba con salir de ahí, tomar un taxi y volver a la paz de mi casa. Pero no, en momentos de adrenalina alta, no es precisamente lo racional lo que prima y este fue un buen ejemplo. Yo no salía de ahí sin mi auto.
- Dígame qué auto es y espere un momento – cuando tuvo la información, se alejó reintegrándose a la conversación de delincuentes y dueños de locales de mala muerte.

Un rato después, con la Maca dormida en mis brazos, cansada de tanto llorar (¡y comer¡), veo que vuelve el señor que me habló antes y me indica que me acerque a él:
- Ya señora, puede salir de por la puerta de atrás y llegar hasta la Unidad 2 del Hospital. En el estacionamiento encontrará su vehículo.

Salí con mi hija con nuestros corazones agitados. Llegué a una calle tranquila y pregunté a quien estaba más cerca, cuál era la Unidad 2 del Hospital. Llegué, luego de un par de cuadras, a una construcción más moderna de lo que esperaba para un hospital público y me dio mucha risa porque …… estaban de fiesta. ¡¡¡¡Cómo puede ser que hace media hora, a un par de cuadras de ahí, se balearon grupos de personas y éstos acá, celebrando¡¡¡¡¡.

Con mi risa nerviosa, pregunté por el estacionamiento y, para mi sorpresa, encontré mi auto intacto, sin un rasguño. Puse a mi pequeña en su silla de bebé, me subí y manejé rápido, sin mirar atrás jamás.